Capitulo 13 ¿Qué me has hecho?
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Recuerdo cuando solía ser aquel “encantador” chico lleno de sarcasmos y
dudas frente a los demás. Era increíble para mí pensar en algo que no tuviera
que ver con mi hermano o con mi empresa. Me molestaba la sola presencia de Yugi
y sus amigos; y Joey, él siempre fue un caso diferente, lo noté de inmediato,
simplemente no podía quedarme callado, justo como hacía con todos, sentía que
era molesto hasta los huesos y dentro de mí se desataba ese niño que tan solo
quería dejarlo en ridículo.
No sabía porque, pero así era.
De pronto hace unos meses se dio un tiempo en el que pude pensar, en mi,
en el futuro y en el pasado, y me di cuenta de lo inmaduro que era aun, de la
razón que el daba a los demás al decírmelo mientras que yo pensaba que eran
unos tontos. Definitivamente, un niño mimado, como decía Joey… y esa era la
realidad, me molestaba porque en el fondo él tenía la razón y me la decía en la
cara, no a mis espaldas como los demás…
Y así como así, maduré. Tal vez aun me falta, pero estoy seguro de que
me acerqué un poco más a ser el adulto que mi hermano merece que le cuide, y de
eso estoy orgulloso. Dejé atrás mi actitud infantil y decidí que pesar de que
soy joven, debido a mis condiciones era hora de aprender de esas cosas que
antes considere innecesarias…
“el amor y la amistad es una tontería, es innecesario”
Ese es el tipo de pensamientos que antes solía repetirme como un Sutra
para esconder a ese niño que siempre lo necesito en el pasado y no lo obtuvo.
Me resentí con el mundo por haberme metido en aquella situación, pero en parte
yo tuve la culpa por no hacer nada. Culpaba al destino como si éste fuera una
persona. Pero si no necesitara al amor o a la amistad, entonces ¿cómo podía
profesarle a mi hermano todo aquello? Era una estúpida idea inmadura, y una y
otra vez Joey, y a veces hasta Yugi y los demás me lo dijeron, pero no escuché.
No fue hasta que me hablé a mi mismo que lo entendí… y estuvo más claro
que el agua. Deje de engañarme con esas ideas absurdas, yo amaba a mi hermanito
casi como aun hijo y aunque no lo quisiera aceptar, tenía en los gemelos del
mal y en Joey, un cierto grado de amistad. Entonces era hora de conocer el amor
verdadero para sí poder experimentar la felicidad, darle a mi hermano un poco de
lo que ya se borró de su memoria, la familia cálida en la que solíamos estar
cuando pequeños, esa que yo guardo en mis recuerdos y él ha olvidado por
completo sin su consentimiento. Y también quería sentir de nuevo esa dicha,
dejar de sobrevivir para empezar a vivir.
Todo estaba bien, no tenía que preocuparme mas por ser atacado o
amenazado. Ahora por fin podía ser lo más “normal” que mi estatus me
permitiera.
Sí, soy un Kaiba, pero no soy de la clase a la que perteneció Gozaburo y
sin querer me la creí, sin querer caí en su trampa y me volví frio y mezquino
como él quiso que fuera… pero no más.
Que se revuelque en su tumba o donde quiera que este porque de ahora en
adelante seré lo que soy, un adolescente rico que tiene la responsabilidad de
cuidar a su hermano.
Tal vez se oiga prenuncios, pero eso soy. Voy a divertirme como yo
quiera, sin olvidar que tengo responsabilidades, no es que quiera de pronto ir
de fiesta en fiesta fuera de mi mismo, simplemente será como yo quiera. Y lo
principal que pensé fue en buscar a ese “alguien” de quien pudiera llegar a
enamorarme…
Así que hice dos cosas justó cuando terminé de pensar todo eso…. Me
compré una moto y salí con aquella chica que siempre me perseguía en la
oficina.
Los primeros meses fueron extraños, debo admitir, a veces me sentía
incomodo conmigo mismo, a demás que reconocí que el impulso de la motocicleta
fue algo infantil, pero que debía hacer, siempre me habían gustado las motos,
el detalle fue que la única vez que había manejado una fue en el mundo virtual
de Noah y lo había hecho porque estaba cien por ciento seguro de que mi cuerpo
estaba a salvo en la cabina. Así que cuando intente usarla me caí cientos y
cientos de veces, y en especial hubo un incidente que me dejó marca en la
espalda, una muy grande, 12 puntadas de dolor…
Y eso no fue todo, lo de la chica tampoco fue buena idea, era una
completa acosadora, lo único bueno fue oír las risas de mi hermano cuando le
conté todo lo que tuve que hacer para deshacerme de la pobre mujer, en serio,
ella necesitaba saber menos de mi. El punto es que fui aprendiendo poco a poco
con quien salir, a donde salir, como… en fin, todo. Al principio fue fácil
decirle a Mokuba, pero cuando la llegada del sexo hizo su parición, fue cuando
comencé a dejar de decirle, resultaba algo incomodo para mí. Además, en
aquellos tiempos, las chicas con las que salí solían perder el interés después
de eso, algunas dijeron que era porque no sentían nada especial conmigo,
algunas porque solo querían sexo y ya, y otras me daba cuenta de inmediato que
buscaban un embarazo para embaucarme. Noté que Mokuba andaba triste, de hecho
estuvo en depresión por un tiempo y sin razón alguna, o por lo menos sin razón
aparente. No sabía exactamente que era, estaba preocupado y desesperado, comenzaba
a perder la confianza que había adquirido, el psicólogo que lo atendió me dijo
que probablemente mis relaciones ataban afectándolo, pero ¿Cómo?
Estaba seguro de que ese algo tenía que ver conmigo, como si de pronto
estuviera muy molesto por algo, pero no me decía nada, ni hablaba con nadie y
ni siquiera me miraba, mucho menos me abrazaba cariñosamente como siempre lo ha
hecho. Eso me tenia al borde de una precipicio… entonces pensé… tal vez estaba
enojado conmigo por mi reciente actitud, realmente parecía que andaba de chica
en chica nada más porque si, tal vez mi hermano estaba harto de ver desfilar a
diferentes mujeres cada vez que yo abría la puerta para irme a una cita. Y eso
era… cuando dejé de hacerlo, se tranquilizó y poco a poco fue obteniendo su
personalidad de antes. Tal vez el solo estaba decepcionado de mi… no lo sé,
pero me prometí que cuando viera a la persona indicada se la presentaría adecuadamente
y le diría con orgullo a mi hermano que esa persona era su nueva cuñada y que
esperaba que se llevaran bien, porque quería estar con ella el resto de mi
vida… y por fin, vernos a los tres como una familia feliz.
Y así como todo empezó de esta manera. Atendía a Mokuba como siempre y
en mis ratos libres salía a citas con chicas, en serio empecé a mantener
relaciones más largas, aunque no duraban mucho. Un día un chico vino a mí,
justo después de que termine con la que había sido mi mejor novia, la rubia
mesera que me recordaba mucho a Joey. El chico de antes es mi asistente,
incluso lo era en aquel tiempo, el sabía de mis intentos por encontrar a
alguien y me confesó que yo le gustaba. Al principio me sentí agobiado y
asustado ¿con un hombre yo? Pero el supo encontrar mi debilidad muy rápido, mi
inexorable curiosidad por todo…
Poco a poco fue entrando en mi cabeza, el supo exactamente por donde y
como entrar, que podía decir, él me conocía bien después de mucho tiempo de
trabajar conmigo…
Su nombre era Héctor….
Flash Back
- presidente, no le estoy pidiendo su mano en matrimonio… solo le pido
que salga conmigo- tenía una semana desde que me había confesado que estaba
atraído por mi y desde entonces insistía a diría acerca de que tuviéramos una
cita.
- lo sé, por eso te digo que a mí no me gustan los hombres…- le respondí
lo más tranquilo que pude, pero por dios, me ponía muy nervioso estar cerca
suyo, en primera porque siempre se dirigía a mí con una mirada muy diferente,
solo la podía relacionar con esa que ponían las mujeres cuando querían
acostarse contigo y era lo que más temía.
-aja… ¿y lo sabe por todo los hombres con los que ha salido?- dijo
irónicamente y riendo de lado mientras acortaba la distancia entre los dos,
acorralándome entre mi asiento y el.
- ya sé que no he salido con ninguno, pero no me interesa- le dije
haciéndome el desentendido, giré mi silla para esconder lo que pudiera de mi
debajo de mi escritorio, pero él solo se rió, lo que me puso sumamente alerta
de sus movimientos al lado mío ¿acaso no era acoso lo que estaba haciendo?
Mira tú, ya veía lo patético que lucirían los diarios con el encabezado
“el gran Seto Kaiba acosado por su asistente”… ¡bha! Se oía patético e
hilarante… solo que en verdad me sentía intimidado.
-señor… ¿sabe cuál es la definición de amor?- dijo hábilmente, ¡pf! ¿Que
si la sabía? ¿Que acaso cree que entre a ciegas al mundo de las citas? Claro
que investigue lo que era y todo eso, e incluso pedí consejos a mis más
allegados aunque me sentí tonto, pero lo hice para no hacer las cosas mal.
- claro que lo se- dije con deje de molestia- es cuando dos personas…- y
me interrumpió volteando bruscamente el asiento donde me encontraba.
-exacto…- dijo, pero yo no entendía nada, iba a soltar una frase que
contenía la palabra demonios cuando habló de nuevo- usted y yo somos dos
personas jefe…- no puede decir nada, era cierto, según la definición de amor,
era posible, se supone que te enamoras de la persona que es por dentro, no de
su cuerpo, pero suponiendo que te gustara por su interior ¿también debía
gustarte su exterior no?
- bueno, sí, pero también debes atraerme sexualmente, pero realmente no
siento eso- de hecho quería correr como a un país lejos de él en este instante.
Lejos de lo que imaginé, se acercó a mi oído y me susurro un “es porque no has
visto bien mi cuerpo”, como negarlo, un escalofrió me recorrió entero y como
tres veces al escucharlo, había sido demasiado sensual…
-cuando usted se acuesta con esas chicas…- dijo ya lejos de mí, mi
corazón estaba acelerado y ya no podía ocultar que me ponía inquieto estar a su
lado- … realmente ¿cuando las ve una primera vez, las desea?- dijo sacándome de
mi anterior estupefacción, no dije nada, era obvio que por algo me acostaba con
ellas- ¿...o es hasta que las ve sin ropa y abriéndose de piernas que comienza
a interesarle?- analice lo que dijo, no es que fuera literal, y lo entendí, el
sexo solo lo hacía porque sabía que era sexo y que en cierto tiempo debía
suceder, y se sentía bien- no me malentienda, hable con algunas de sus
conquistas y les preguntaba porque lo dejaban siendo usted…- se rió con picardía
mientras se paseaba por mi oficina-… bueno, siendo todo lo que es usted- dijo
sugestivamente- la mayoría me decía que parecía no deséalas, que si ellas no
empezaban con el sexo, a usted parecía no importarle…- en parte tenía razón, yo
no era de los que buscaban acostarme con ellas, quería conocerlas, pero si
ellas querían, yo se los daba, así de simple…
- bueno, es que yo buscaba algo más serio- según yo, las mujeres suelen
ofenderse mucho cuando presionas con ese tema. Pero él seguía seguro.
- ese tema es parte importante, se supone que si eres un hombre, el
deseo es normal, y ellas no lo sentían en las caricias y besos que usted le
brindaba por las noches- ahora sí, ya sabía a qué se referían con eso de “lo
nuestro no funciona Kaiba, eres muy frio”, ¿porque no simplemente le dijeron
eso? Ahora estaba más que claro. Me quedé callado meditando sobre sus palabras
y el aprovechó para acercarse a mi- jefe…¿Por qué no me deja mostrarle como son
esas caricias que demuestran lo mucho que se desea a la persona con la que
esta?- y su respuesta me sacó de mi meditación, en menos de dos segundos el ya
se había colocado sobre mis piernas y antes de que pudiera protestar lo sentí
retorcerse contra mí, dándome un inesperado placer que me hizo soltar un gemido
corto, pero sin tapujo- le prometo que si le desagrada me detendré…- continuo,
pero de nuevo hablando sobre mi oreja.
Para estos instantes las hormonas habían nublado mi mente, y tal vez mi
juicio. Lo admití, eso se había sentido mucho mejor que cualquier otro placer
que me hubiera hecho una mujer, tal vez era lo prohibido o lo retorcido, quien
sabe que era, pero sin duda era placentero… y me dije…¿porque no?
- ¿porque no?- el materializó mis pensamientos- algún día podría
enamorarse de un hombre…¿Por qué no?- y seguía estimulando el flujo de hormonas
en mi- ¿Por qué no le enseño como se hace por si ese día llega?- y continuo
lamiéndome la oreja, eso si me dejo de piedra, pero antes de que pudiese
aventarlo se separo y me encaro - ¿y porque no podría yo ser ese hombre?- sin
previo aviso me besó, así, como si no fuera su jefe que podía despedirlo en un
santiamén y como si no estuviéramos en plena oficina, pero al sentir como su
lengua me hacia cosas que en definitiva nunca había hecho con nadie más me
dije…
¿por qué no…?
Entonces el sonido de mi teléfono de escritorio me sacó de ese trance…
si, ya sabía por qué no, no podíamos hacerlo porque estábamos en la oficina… di
un suspiro para regular mi respiración y contesté el teléfono mientras mi
asistente seguía sentado en mis piernas, poniéndome atención a lo que hablaba
con el interlocutor de la otra línea, justo como siempre lo hacía, la
diferencia es que normalmente él se encontraba parado del otro lado del
escritorio y ahora estaba a escasos centímetros de mi rostro descansando sobre
mis piernas.
- ¿Qué sucede?- dijo preguntándome por la llamada y convirtiéndose de
nuevo en mi profesional asistente, quitándose de mi regazo y ajustándose las
ropas.
- una junta de emergencia, el presupuesto debe ser revisado otra vez- respondí,
pesé a mi autocontrol mostrado, aun alterado por la situación de minutos atrás.
- de acuerdo- asintió al decirlo y tomo unos papeles del escritorio- me
encargaré de los preparativos entonces…- caminó directo hacia la puerta y giró
la perilla pero se detuvo antes de abrirla volviendo su mirada hacia mi persona
antes de hablar- sigue en pie mi propuesta- sonrió maliciosamente- hoy en mi
casa a las 8, le prepararé una rica cena y podremos continuar en lo que
estábamos…- me dijo, sin esperar respuesta se dispuso a irse, pero lo detuve.
- no…- se sorprendió con mi respuesta, pero en realidad es que en la
parte baja de mi abdomen había algo que revoloteaba… y el famoso ¿Por qué no? Flotaba en el aire
metiéndose en mi cabeza- a las 10 y media…- terminé aceptando por motivos que
solo mi glándula pituitaria conocía-…tengo que dejar a Mokuba en la cama-
finalicé, evitando el contacto directo con el fingiendo que leía unos
documentos que tomé justo para el momento, pero sé que sonrió…
Incluso en mi auto de caminó a su casa, diez minutos antes de la hora
acordada, mi mente me decía que debía regresar, que lo que estaba haciendo era
una locura y que no pensaba con claridad, pero no obedecí a ninguno de esos
pensamientos y continué hasta llegar frente a él. La cena, no creo que hay
durado más de 15 minutos; nos sentamos en su mesa y el sirvió la comida
mientras hablábamos de nada importante, y en medio de esto mi asistente
aprovecho lo estrecho de su comedor para rosar su mano en mi muslo, muy cerca
de la zona donde yo recibía todas esas descargas eléctricas que el morbo me
mandaba de solo pensar en estar como en la oficina otra vez. Seguro notó mi
ansiedad, porque eso sentía… ansias de que me llenara de nuevo la boca con esos
deliciosos movimientos de lengua, y que me enseñara aun más justo como había
prometido…
Y así fue, se paró de asiento y fue junto a mí, entonces dejamos de
fingir que tendríamos una cita y pasamos a lo que nos interesó. Me dirigió con
una mano hacia su pulcra y ordenada habitación, donde solo había una cama
matrimonial con un lindo edredón de colores arena en diferentes tonalidades, un
buro de cabecera y un armario de madera clara. Lo primero que hizo fue sentarme
en su lecho de un empujón mientras que subía a arcadas repitiendo lo de la oficina
para hacerme entrar en calor, lo que no fue tarea difícil. Me volvió a besar
pero esta vez con más brusquedad que la primera, causando que mis manos tomaran
vida y directa participación en el acto, pues de inmediato recorrí todo su
torso una y otra vez en fogosas caricias, impaciente por más. Entonces me fije,
cuando le quite la estorbosa camisa de seda blanca, que Héctor era un chico
atractivo, de piel suave y tenue color chocolate, cabello ondulado, no rizado,
con un castaño más claro de lo que debería ser según su piel, ojos mieles
penetrantes y expresivos, labios como los de una mujer, rosados y gruesos,
listos para recibir los míos en otro de esos contactos húmedos.
No me fue difícil deshacerme de su ropa, la mía en cambio seguía mal
puesta, exponiendo mi pecho y aquella erección que era estimulada por el
trasero de mi acompañante. No voy a mentir, el momento más extraño y que casi,
solo casi, hace que me valla corriendo fue cuando él tomó mi mano y me pidió
sin palabras que le acariciara su desatendida parte vital, que junto con a mía,
estaba muy despierta. Fue hasta ese momento que en realidad noté que era otro
hombre frente a mí. Mi titubeo no paso desapercibido, ya que por ese momento me
detuve a analizar realmente toda la situación…
Era todo…
Esa era la gran diferencia entre hacerlo con un hombre y una mujer, el
miembro del hombre que mentiría si dijera que no sabía cómo darle placer con a
mano. Y ya. Lo demás era una persona, bueno, claro está que no penetraría un
órgano reproductor femenino, pero en escancia era igual, se sentía lo mismo, o
hasta mejor; pero lo demás era igual, la gran diferencia se convirtió en una
pequeña diferencia, fueron como dos segundos de duda que me abrieron toda una
posibilidad, así que lo hice, rodeé con mi mano aquel pedazo de carne y lo estimulé
justo como yo sabía, se sentía bien. Y mi compañero se retorció de placer,
gimiendo una y otra vez la palabra “jefe” entre mis brazos…
Los preliminares tampoco duraron mucho, pues ninguno de los dos
resistiría mucho más a tan excitante encuentro. Mi asistente sacó el lubricante
en el momento indicado dándomelo sin decir ni una palabra, confiado de que sus
conocimientos acerca de mi eran acertados y seguramente ya había investigado
previamente de como se hacía. Y no pudo estar más en lo cierto, tomé el liquido
entre mis dedos, me coloqué entre las piernas de mi ya recostado amante y
penetré con un solo dedo su entrada obteniendo quejidos de él.
- ¿te duele?- idiotamente le
cuestioné.
-si…- respondió a duras penas y afirmando con la cabeza- … pero no te
preocupes… se pondrá mucho mejor una vez que me acostumbre…- el me guió en los
siguientes pasos, afirmándome que había cosas que no se leían, si no que se aprendían
con la marcha, y que una de ellas y las mas importante para él era la posición-
muchos dirán cual es la que menos duele, pero igual duele así que no importa
con cual empieces…- me dijo ya ves que ya estuvo dilatado completamente para
que yo entrara- pero lo importante para mí, es la que me da más placer- y
sonrió como saboreándose el momento- así que ahora quiero que te sientes y me
dejes a mí el resto…- obedecí, pues no parecía dejarme muchas opciones y en
cuanto estuvo listo se auto penetró con mi entrepierna y ahí me perdí…
Recuerdo perfectamente el rápido ritmo de sus caderas bajando y subiendo
a una velocidad exquisita, pero no estoy seguro de que fue lo que besé, agarre,
acaricie y mordí en ese transcurso, solo supe que me aferre del pedazo de su
piel que pude tocar mas accesiblemente en esa posición que estábamos. Recuerdo
haber devorado sus labios una vez y que me aleje cuando sentí que me mordió, no
precisamente porque no me haya gustado, si no porque un espumo placentero se
libero junto con el dolor de la herida provocándome un deseo de ser yo quien me
moviera mas, así que lo tumbé recostándonos en la cama otra vez y empezando a
embestir con una fuerza descomunal a Héctor, quien de pronto elevó de una
manera terrorífica su espalda mientras exclamaba afirmaciones en todas sus
variantes diferentes. Y el vaivén terminó cuando me corrí en él, porque él fue
el primero en hacerlo unas tres embestidas antes que yo…
Fin del Flash Back***
Nada particular ocurrió después de eso, me fui a casa satisfecho, y él
se quedó en su departamento de igual forma. Lo hicimos un par de veces más,
Héctor era pura pasión, me gustaba, y mucho, era como el pecado hecho carne y
en bandeja de plata, pero él no era solo pasión, tenía un corazón y tenia
dueño. Estaba enamorado desde hacia tiempo de un compañero del trabajo, pero
este era lo bastante estúpido como para no saber nada de ello, escondiendo
sentimientos por él para no romper su amistad, así que realmente mi asistente
solo me uso, para un buen sexo y para que su “amigo” diera el paso.
No le reprocho nada, a mi me sirvió, me gustaban los hombres tanto o más
que las mujeres y estaba bien, ahora solo debía encontrar a la persona
correcta, y lo que buscaba era una combinación de mis dos mejores relaciones,
Héctor, mi pasional asistente y Jean, mi mesera favorita…
Realmente no pensé que me encontraría con la confinación perfecta de
ellos dos, me parecía demasiado fantasiosa e imposible, pero si la localicé,
donde menos creí, cuando menos creí y en un abrir y cerrar de ojos. Mi rubia
perdición, al que ahora, a pesar de ser yo el enojado e indignado, estoy
esperando mientras como su helado favorito. Anhelando su presencia, sus labios
y sus abrazos.
¿Qué me has hecho, Joey Wheeler?
Desde aquel día, ya nada fue igual.
Ese día en la mañana Mokuba estaba extraño otra vez, distante de lo que
ocurría a su alrededor, parecía asustado o más bien conmocionado por algo, pero
como últimamente lo hacía, no hablaba de ello; aunque preguntara con un “¿te
sucede algo?” inmediatamente después de su boca solo salía un “no me pasa nada”
y sonreía, se excusaba y se marchaba. Típico de adolescentes, me dijo su
psicólogo. En fin que estuve preocupado toda la mañana por ello, y de pronto justo
antes del que empezara la ultima hora Joey se acercó conmigo, con una mirada más
seria de lo normal, pero a la vez lucía nervioso, me pidió que habláramos y yo
me negué, en especial porque lo que más me preocupaba era mi hermanito en ese
preciso momento, pero entonces me dijo que era algo muy importante y mi cerebro
me propuso la posibilidad de que fuera algo relacionado con él. Al final
acepté.
Aunque
no estaba seguro de porque me estaba diciendo todas aquellas preguntas que solo
me hacían llegar a la conclusión de que yo le gustaba, al preguntarle su
respuesta no fue muy clara, lo aceptó, pero realmente yo pensaba que lo iba a
negar, y así de fácil sucedió; no estaba seguro de la verdad, y aunque lo que
me dijo no fue del todo convincente aquella vez que tuvimos nuestra
primera cita, lo dejé pasar porque sabía que tarde o temprano lo iba a
averiguar.
Lo demás fue como una brisa, solo paso… y se sintió agradable…
Desde que lo vi, justo después de haber estado con un hombre, y lo
percibí de nuevo en el salón de clases, entrando por la puerta, tarde como de
costumbre, me entro la curiosidad… como sería salir con él. Pronto me sacudí y
me reí de mi propio pensamiento de aquella vez, por ser quien éramos.
Por eso me dejé llevar por esa agradable “brisa”, y de nuevo ese ¿Por
qué no? Que me había estado impulsando se me atravesó por el camino…
¿Pero como quedé atrapado por este amor? ¿Cómo fue
entrando en mí? Tan dentro y tan profundo que aquí estoy, decepcionado, molesto
y más que nada herido por palabras que aunque sé que son ciertas, duelen, pero
a pesar de eso, estoy aquí, esperándolo… llegando antes, comiendo el helado que
le gusta, en el lugar que a él le gusta… así de patético y sin arrepentimiento.
Quería hacer las cosas bien, no quería repetir los
errores de antes, no sabía cómo ser un novio, solo como ser amante. Es por eso
que empecé a procurarle, no sabía qué hacer o decir, así que lo único que
procuré, fue decirle por lo menos un “bunas noches” todos los días. Y poco a
poco, como un gotero, cosas que hice, o cosas que el hizo… se fueron juntando.
Estaba tan tranquilo, tan cómodo a su lado que se empezó a hacer una necesidad…
y nuestras conversaciones siempre fueron fluidas desde el inicio, me di cuenta
que entre él y yo no existían los silencios incómodos….
Bueno, hasta ahora…
-hola…- me dijo después de un momento de haberme
mirado fijamente cuando llegó, por estar ensimismado en mis pensamientos no me
di cuenta de ello, y como un idiota me había quedado mirándolo como si de un
ser etéreo se tratara ¿Qué me pasa, se supone que estoy enojado con él?
-siéntate…- le dije y me obedeció sin chistar. La
verdad es que no sabía que esperar, él quería mi perdón, pero ¿qué tal si no se
retractaba de sus palabras? Tal vez suene como una chica, pero no podría
perdonarlo, simplemente me da rabia si quiera pensar en que Joey pueda estar
con otros, no creo que me haya pasado esto antes, con alguna otra de mis
parejas, pero esto tiene nombre y se lo puedo dar porque he tenido la
suficiente experiencia como para verlo en otros, como el amigo de Héctor… ¿cada
que me veía con él, era esto lo que sentía? Si, y si, porque al igual que él
hizo conmigo tengo ganas de golpear a cualquiera que siquiera pose sus ojos en
Joey, porque podría ser el que quisiera ser su “segundo” novio… y me carcome
por dentro, sí, estoy seguro de lo que es…no tiene otro nombre más que celos.
Mi desventaja es que no tenía con quien desquitarme
directamente…
-yo…- al parecer, ni él sabía cómo empezar, así que
opté por seguir comiendo de ese postre helado frente a mí-… bueno, en primer
lugar… lo siento- agachó un poco la cabeza, evitando mirarme y yo alce una ceja…
¿lo siente, que demonios significa
eso?- hable sin pensar… el hecho es que estaba en pánico… aishh… no sé como
explicártelo…- dijo mientras se rascaba la cabeza adorablemente, pero eso no es
suficiente para mí, la verdad es que solo he quedado con una duda enorme ¿a que
le tiene pánico?
-¿Por qué no empiezas por explicarme a que le tienes
miedo?- le pregunté, me miró directamente a los ojos como midiendo pensamientos
imaginarios en su cabeza.
-… a lastimar a alguien…- me dijo con intervalos de
silencio entre la frase. Y yo, menos entendía…
-no te estoy entendiendo nada Joey- le dije, ya harto
de la espera, a mí, me gustaban las respuestas y lo más directas posibles.
- no te voy a mentir ni una sola vez más…- acaso me
había mentido antes?- he omitido cosas, en primera, en la razón por la que me
convertí en tu novio…- me está sonando a algo que no m va a gustar nada- sonara
ridículo para ti, pero eso fue un accidente…- se sonrió, de una manera que
calificaría como encantadora, pero dadas las circunstancias estaba un poco
confundido como para si quiera reaccionar- …el mejor que he tenido- completó y
me miró a los ojos.
-entre mas hablas menos te entiendo Joey- aun no
quería cambiar mi tono con él, estaba tomando mis precauciones ya que nunca
nadie me había llegado a lastimar tanto con unas simples y poco graves
palabras, pero aun así, dolorosas.
-la verdad Kaiba, es que yo quería descubrir algo de
ti aquel día, por eso te pregunté aquello, pero las cosas se me salieron de
control y yo acepté el hecho de que decidiste tomarlo como una confesión para
proteger este secreto…- quise interrumpirlo pero me detuvo con una mirada-…
pero al conocerte… simplemente me enamoré de ti…- estaba asustado, me hacía
feliz oírlo, pero en mi pecho tenía una sensación extraña; detuvo sus palabras
un momento para lidiar con el sonrojo que cubría sus mejillas, tomó aire y
continuó-… la verdad es que no deseo separarme de ti nunca… esas palabras que
dije fueron solo para evitar decirle a Mokuba lo nuestro…
-¿Mokuba que tiene que ver en esto?- esto se pone cada
vez más extraño- ¿Por qué no quieres que sepa lo nuestro?
-no puedo decírtelo… porque tendría que confesarte
algo que no debo… - se mordió su labio inferior-… la verdad es que vine aquí
para corregir lo que pasó... tampoco quiero que Mokuba se entere de nosotros
por otro lado, es por eso que quiero ser yo quien se lo diga- primero no quería
decirle y ahora si… suspiré hondamente.
- no entiendo muy bien que está pasando… no querías
decirle, pero ahora sí, te retractas y me guardas secretos, y me entero de que
empezamos a salir por razones inciertas….- cerré mis ojos procesando las ideas
y al abrirlos me encontré con un Joey a punto de llorar y con la mirada de
nuevo en la mesa- ¿Por qué lloras?
-no estoy llorando- me corrigió, pero sí que estaba al
borde; una vez más suspiré, aunque no sabía exactamente que trasfondo tenia, me
di cuenta de algo, él trataba de ser sincero conmigo hasta donde podía y me
dijo lo que me interesaba saber, que estaba enamorado de mi ¿Qué mas necesitaba?
Estiré mi mano por debajo de la mesa y me encontré con la suya, la estreché un
poco más y él me miró ahora confundido.
-solo dime una cosa…- el me asintió- …¿tienes planeado
dejarme algún día por otro sujeto?- parpadeo muy rápido extrañado de la pregunta.
-claro que no… ya te dije que yo… que te... quiero a
ti- dijo visiblemente sonrosado de sus mejillas mientras tartamudeaba.
-eso para mí es suficiente por ahora…- le sonreí- tal
vez el modo en que empezamos esto no es como esperaba y tampoco es algo
convencional, pero no me enamoré de ti porque tú te hayas enamorado de mi,
simplemente sucedió con el tiempo que hemos pasado juntos…- sentí como su mano
apretaba la mía- y dudo mucho que sea una mentira… no entiendo cómo, o porque,
pero si quieres ser tu quien le diga de nosotros a mi hermano, está bien,
confiare en ti y en que un día de estos te sientas libre de confesarme esos
secretos que no se ahora…- me sonrió luminosamente.
- ¡mañana mismo iré a hablar con mokuba y le confesare
todo!- dijo decidido, pero aun podía ver como algo de preocupación salía de su
rostro. Por hoy, sabía que no debía preguntar más, pero de verdad que estaba
tentado, pues este secreto me carcomía, involucraba a mis dos personas más
importantes… ¿Qué podría ser? El secreto tenía que ver con mi hermano… “-… a lastimar a alguien…” Joey dijo eso,
¿se refería a mi hermano? Por más que lo pienso no encuentro ningún sentido a
esta situación, las piezas no encajan, pero por ahora solo me queda esto…
Nos que damos otro rato, en lo que Joey se comía un
helado, lo cual no fue en mucho tiempo; al terminar nos dirigimos a su casa,
pues el regañado por su padre soy yo cuando Joey llega muy tarde a su casa, ya
que automáticamente su padre cree que me aprovecho de su tierno hijo en las horas
extra, doy gracias no que no se dio cuenta de que nosotros ya tuvimos nuestra
primera vez, porque si no, sería hombre muerto. Como siempre, me detuve en
aquel frondoso árbol que siempre nos da nuestro momento de despedida, Joey se
bajo y dejo el casco, en lo que yo acomodaba la motocicleta y la apagaba. Lo
encontré recargado en el tronco, con esa mirada que me decía exactamente lo que
deseaba: su beso de despedida.
Le tomé la mano y lo jalé hacia mí, pegándolo lo
suficiente para reclamar sus labios, rodee su cintura posesivamente, pues,
sentí la necesidad imperiosa de reafirmarlo a mí, internamente me burlé de mi
propio comportamiento, pues solo estuvimos peleados unas cuantas horas y con
eso fue suficiente para remover mi mundo completamente. Pronto sentí como me
rodeaba el cuello…
Nada importaba en esos instantes.
****
Al llegar a casa encontré la mansión muy sola y
silenciosa, me sorprendió que mi hermano no fuera a recibirme como todos los
días… me dio muy mala espina así que pregunté por él y me dijeron que se había
encerrado en su cuarto y cuando lo llamaron para cenar este estaba dormido.
Entre a su habitación para verlo y ahí estaba, dormido sobre su colchón, con la
computadora al lado… había una conversación abierta que me dio muchísima curiosidad
ver, pero no lo hice, simplemente baje la pantalla y la coloque en el mueble;
pasé por su alborotado cabello una de mis manos y lo arrope antes de irme sin
hacer ruido…
Eran cerca de las 10 de la noche cuando recibí un
mensaje de Joey, deseándome buenas noches y entonces me acordé de Duke y que lo
había dejado solo en el departamento, así que en vista de que no tenía mas
opción, le pregunte a mi novio sobre su número telefónico.
“ El número
de Duke? Para que lo quieres?”
Me respondió inmediatamente, me reí, pues no me dio en
número a la primera.
“necesito
asegurar algo, es todo. No estarás celoso o sí?”- le respondí picándole un poco a su orgullo, sabía que eso lo haría
negarse y darme la información más rápidamente.
“celoso yo?
Claro que no, su número es ######, es solo
que no sabía si quiera que le dirigieras la palabra a duke”- obviamente si estaba celoso, pero en parte esta es mi prueba para él,
yo decidí confiar en él, bueno, pues el tendrá que hacer lo mismo, además, no
creo que Duke quiera que lo que paso hoy se sepa, por algo recurrió a mí.
“pues es el más
agradable de tu grupo debo decir… me alegra mucho que confíes en mi:’)”- le
agregue un carita, para esta entonces debe saber que estoy jugando con él y lo
estoy haciendo a propósito.
“se se… ya vete
a dormir pingüino malcriado! Y no andes despertando gente a esta hora! No
molestes a Duke tan tarde!”- ¿esa es su manera de impedirme que le llame?
“mira quien
lo dice, el que se va de casa de yugi a las 11”- le envié otro mensaje.
“pero Duke se
duerme temprano, confía en mí, se lo que te digo!”- inmediatamente fui respondido. ¿Y por qué
demonios sabe que él se duerme temprano?
“y tu como
sabes eso?”- mis manos actuaron solas y enviaron la respuesta.
“porque es mi
amigo jojojojo ;p” –…lo hizo a propósito y caí redondito…al final el
burlado fui yo… es verdad, en el juego de los celos, el que sale perdiendo
siempre seré yo. Me reí, pues es no podía negar que me había ganado esta vez…
“está bien tu
ganas… el pingüino se porta bien hoy y se irá temprano a dormir sin molestar a
nadie. Buenas noches Kiu kiu pd.voy a
tener una seria platica con tus amiguitos un día de estos ¬¬”- estoy seguro que el otro lado el se está rendo esa manera tan fresca y
característica de su persona… demonios… ¡soy tan cursi!
“jajaaj por
mi está bien, pero no me quiero quedar sin amigos ¿he?. Buenas noches.<3”- con ese mensaje se despide de mi y con una idiota sonrisa en mi cara-
y lo sé porque me alcance a ver en el espejo- dejé mi celular en mi mesa de
noche para irme a tomar una ducha antes de ir a dormir, sin molestar a Duke,
justo como le dije a mi rubia perdición que haría…
Oh, dios… Joey Wheeler… nunca me cansare de pregúntame
¿Qué me has hecho?
Continuara….
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